A lo largo de los últimos controles ya me habían dicho que bebé pingüino era un bebé grande. Por suerte, se descartó el tema de la diabetes gestacional (1-2) así que no debía preocuparme por ese tema con respecto al bebé.
Justo cuando hacía la semana 39 tuve mis últimos monitores. El lunes 4 de abril. Nada, no había contracciones. Luego pasé a ecografía. Curiosamente me la hizo la misma gine que me hizo la primera eco, la de las 12 semanas. La primera y la última eco hechas por la misma doctora ¿Se cerraba un ciclo? Era muy agradable, estuvimos hablando del nombre de bebé pingüino, le dije que no solía sentirlo demasiado y me dijo que era importante que lo sintiese que si no, acudiese al hospital. Y me dio el notición, peso: 4,2 kg! Superaba con mucho todas mis ideas. Nos sentamos a hablar y me explicó. Me programaría monitores para una semana después, estaría de 40 semanas justas y sería mi FPP (11/04/2016). Me dijo que si para ese día no me había puesto de parto y el bebé pesase más de 4,5 kg que tendría que programarme cesárea. Me dijo que si yo quería podía negarme pero bajo mi responsabilidad. Obviamente yo no iba a contradecirla. Salí de ahí asumiendo que sería cesárea. Siempre había oído/leído que las primerizas nos solemos pasar de fecha y, en mi caso, no sería eso un problema. El problema era el peso del bebé y, al ritmo que iba creciendo en las últimas ecos, en una semana más pesaría, no 4,5 kg, sino probablemente casi 5 kg. No quería ni pensarlo!
Me dio una fase transitoria de rabia. Por un lado porque yo no quería cesárea. No por la intervención en sí, que también, sino porque en mi hospital no había unidad de maternidad así que me separarían de bebé pingüino nada más nacer por el hecho de que a mi me llevarían a reanimación a una zona común con el resto de operaciones y, lógicamente, allí no podía estar el bebé. Me consolaba pensar que el piel con piel lo haría con mi padre pero no era lo que yo más deseaba. Y, por otro lado, porque yo no quería que fuese tan grande, pero luego entendí que naciese con 3 kg o con 5 kg sería mi bebé, tan soñado y deseado él! Y daba igual todo lo demás.
Tengo que decir que el tapón mucoso yo ya lo había expulsado hacía días. No de golpe, poco a poco. Pero ya sabía que eso no significaba parto inminente. Podrían pasar días o, incluso, semanas. Así que estaba igual.
Ese lunes pasó, y pasó el martes 5 y pasó el miércoles 6. Me levanté el jueves 7 de abril con la misma idea que los días anteriores. Sería cesárea, ¿qué le vamos a hacer? No tenía contracciones, no tenía molestias... ni siquiera estaba cansada! Sin embargo, ese día sí tuve una sensación diferente. No sé explicarlo con palabras. Nunca antes me había sentido así y no era ni malo ni bueno. Era simplemente raro. Al medio día comí y la comida me sentó regular. Dormí un ratito la siesta y por la tarde-noche decidí salir a pasear con mi padre, a ver si bebé pingüino se decidía. Era irónico porque apenas había andado durante el embarazo, ¿qué iba a hacer que andar ese día fuese especial? Llegamos a casa, me duché y cené. Como me ocurrió al medio día, la cena me sentó regular. No le dí la mayor importancia. Y sobre las 12 de la noche me acosté. Nada me hacía presagiar que sería mi última noche embarazada.
Viernes 08/04/2016 (39 semanas + 4 días)
04:00h: Me desvelé porque sentía que tenía ganas de hacer pipí. Me levanté de la cama, de dirigí a la puerta y cuando estaba llegando... "Pero ¿qué es esto? ¿Me he hecho pipí? Es cierto que al final no he hecho los ejercicios de Kegel que tanto quería hacer, pero hasta ayer controlaba el pipí perfectamente. No puede ser eso. ¿He roto aguas? Pero ¿no es muy poco?" Fui al baño, hice pipi y vi que todo estaba limpio así que me volví a acostar, ya con la mosca en la oreja. No habían pasado ni 10 minutos cuando, tumbada en la cama, noté que volvía a mojar. Volví a ir al baño, me miré y remiré. El agua salía normal. Volvía a la cama. El proceso se repitió varias veces, unas tumbadas y otras me daba tiempo a levantarme. Me puse un salvaslip y curioseé por internet. Efectivamente. Las aguas pueden salir poco a poco, pero si no hay manchado se puede estar un rato en casa. Decidí intentar dormir porque podía ser un día largo. Además aún no tenía contracciones, ni dolores. No pude dormir.
Tengo que decir que durante el embarazo fui a distintas charlas informativas y
nos explicaron todo el proceso: que las aguas pueden salir poco a poco, qué
hacer dependiendo de la coloración de las mismas… Pero el día del parto olvidé
todo lo aprendido! Estaba tan centrada en vivir el día que no podía recordar
nada. Me quedé en blanco!
06:00h: Me volvieron las ganas de hacer pipí, como la primera vez, más fuerte. Me levanté de la cama y esta vez no me dio tiempo ni a llegar a la puerta de la habitación. Esta vez fue diferente porque cayó mucha agua, dejándome a mí empapada y todo el suelo mojado ¿Dudas? Ahora no las había. Efectivamente había roto aguas. Llamé a mis padres. Mi madre vino, me miró y me dijo que sí, que había roto aguas. Me empecé a poner algo nerviosa. Desayuné un vaso de leche con cacao, me apetecía porque tenía el estómago vacío. Y decidimos tumbarnos un rato en el sofá a ver si se animaba la cosa porque las aguas seguían siendo transparentes y yo no tenía ni contracciones, ni dolores.
Durante un rato seguí yendo y viniendo del baño. Ya perdí la cuenta de cuántos pantalones de pijama y cuántas braguitas tuve que cambiarme. Opté por ponerme una compresa.
07:15h: Volví a ir al baño pero esta vez el agua empezó a salir rosa, tirando a rojo. Se lo dije a mi madre y justo en ese momento empecé a sentir una contracción. Mi primera contracción! Era como un dolor de regla pero mucho más fuerte. Decidí ducharme para irnos al hospital. Por supuesto, antes de irnos me hice las últimas fotos, las de la semana 39.
08:30h: A pesar de vivir a 10 minutos del hospital, el camino se me hizo muy largo. Las contracciones eran un horror y me daban muy seguidas. No controlé el tiempo con el reloj pero yo diría que menos de cada 5 minutos. En el hospital fui a recepción, me identifiqué y dije que había roto aguas. Me tomaron nota y me dijeron que fuese a la sala de espera que me llamarían enseguida de triaje. No me dio tiempo ni a llegar porque me llamaron en ese mismo momento. Me preguntaron algunos datos como la hora de rotura de bolsa, me tomaron la tensión... todo normal. Y me di cuenta de que tenía todo el pantalón mojado. Seguía expulsando agua. Vinieron a por mí y me llevaron a la zona de paritorios, a la sala en la que me hicieron la eco cuando el tema del sangrado. Me volvieron a tomar nota y pasamos a eco. La enfermera que estaba con la ginecóloga se quejó de que había mojado la silla pero la gine le contestó que no pasaba nada. Me hizo un tacto. Nunca me habían hecho ninguno y reconozco que tenía miedo porque me habían dicho que era doloroso. Por suerte para mí no lo fue, un poco incómodo sí, pero nada más. La gine me dijo que ya estaba dilatada de 2-3 cm y que como el proceso de parto se estaba produciendo por sí solo me dejarían ingresada ya. La enfermera antipática me dio una bata que yo, por los nervios, me puse del revés. Me lo dijo de mala manera y metió mis cosas en una bolsa que le dio a mi madre.
09:00h: Mi paritorio era el número 2. La matrona que iba a estar conmigo se presentó. Me preguntó si iba a querer epidural. Le dije que sí. Me dijo que como me tenían que hacer una analítica aprovecharían para pedirme también los de la epidural. Me trajo el consentimiento para que lo firmase. Me puso una vía y los monitores, lo que implicaba que no podía moverme y que no se cumplía uno de los puntos de mi plan de parto. Luego supe que por haber roto la bolsa espontáneamente eran convenientes los monitores para controlar el bienestar del bebé. Le comenté lo del plan de parto y me dijo que lo leería y que lo respetaría en la medida de lo posible. Sobre el tema de donar el cordón me dijo que no había problema siempre y cuando se cumpliesen una serie de requisitos. Esto yo ya lo sabía, estaba informada sobre ello así que me trajo el consentimiento para esto también. La matrona se fue y me quedé sola en la habitación con mi madre. Las contracciones me dolían mucho y no soportaba ni el ruido ni la luz. Todo me molestaba.
Al rato, al moverme, se desconectó el monitor. Llamé a la matrona y vino otra. Se lo dije. Era la matrona que me enseñó los paritorios y que había estudiado conmigo en el instituto. Muy borde me contestó que no pasaba nada porque ellas controlaban el monitor desde fuera.
10:00h: Mi matrona volvío y me hizo un tacto. Ya estaba de 4 cm. La analítica había salido bien así que podía ponerme la epidural. Me dijo que antes tenía que ponerme varias bolsas de suero. Eso lo desconocía. Previamente me dejó ir a hacer pipí.
11:30h: Apareció el anestesista con un enfermero. Eran muy simpáticos y tenían muchas ganas de guasa. A mi no me hacía gracia porque las contracciones me dolían mucho! Empezaron a preparar todo el instrumental y empezó mi temor. Ya que más miedo que al parto en sí, se lo tenía a la epidural. En enfermero me cogió las manos intentando tranquilizarme. El anestesista iba explicándome paso a paso. Llegó el momento de poner el catéter y no me enteré! Pero de la tensión acumulada me empecé a marear. Me dijo que no me preocupase, que podía tumbarme de lado porque lo que le quedaba por hacer podía hacerlo así. Me administró la epidural y se despidieron de mí de forma muy agradable. Se fueron y volví a quedarme con mi madre. Y en cuestión de minutos se fue el dolor. Qué paz, qué alegría... qué tranquilidad! Yo soy muy aprensiva al dolor y sabía que sin epidural no iba a poder hacerlo. No suelo tener dolores de regla así que los dolores me parecieron bestiales. Y no os voy a engañar, mi admiración por todas aquellas mujeres que paren sin epidural, pero yo opino que no hay necesidad de sufrir ni pasarlo mal hoy en día.
13:00h: Mi matrona volvío para ver como iba. Me dijo que si tenía ganas de hacer pipí pero yo no sentía nada. Me puso una vía momentanea para hacer pipí y me dijo que tenía mucho. Aprovechó para hacerme un tacto. No sentía nada de nada! Ya estaba de 6 cm así que ya había superado el ecuador!!!
14:00h: Una hora después volvío mi matrona para decirme que había visto en el monitor que las contracciones se habían parado (los monitores de paritorios estaban conectados a sus ordenadores de fuera, así que lo podían controlar perfectamente). Me dijo que me iba a poner oxitocina para acelerarlas un poco. Por suerte, al tener la epidural, no me dolían nada, ya que la oxitocina tiene fama de dolorosa.
15:00h: Después de todo el día allí sin comer ni beber me dió antojo de refresco de naranja. Tenía sed pero no me dejaban beber. Pasado un rato empecé a notar dolor en una pierna! Era soportable al principio pero luego fue a más y llegó un momento en que era incómodo. Llamé a la matrona y se lo dije, me dijo que si lo necesitaba me ponía un poco más de epidural. Le dije que de momento aguantaba.
Entre tanto y de vez en cuando, oía a mujeres gritar.
16:00h: La molestia de la pierna pasó a ser ya muy incómoda así que volví a llamar a la matrona. Vino y me puso un poco más de epidural. Me volvió a poner la vía para hacer pipí y me hizo otro tacto. Estaba ya de 8 cm. Ya iba quedando menos! La matrona se fue y yo volví a relajarme. Llevaba toda la mañana intentando descansar pero no podía.
17:00h: Las molestias volvieron a venir, la volví a llamar. Me dijo que primero iba a hacerme un tacto para ver como iba... Sorpresa! Estaba completamente dilatada. Ella puso una cara de sorpresa total, no debía esperarlo. Me dijo
que, lógicamente, no podíaodía ponerme más epiduraepidural epidural, pero que posiblementeel dolor que estaba sintiendo podía serpodía ser porque el niño estaba apoyándose en
algún nervio y por eso me dolía.
En ese momento mi padre que estaba conmigo salió a buscar a mi madre (se habían estando turnando todo el día).
Mi madre llegó y la matrona me dijo que cuando sintiese una
contracción o ganas de hacer caca (sí, así tal cual) que empujase. Se
fue para que lo hiciese tranquila y en intimidad. Yo no sentía nada, ni contracciones ni ganas de hacer caca, así que miraba el monitor. Ahí se veían perfectamente las contracciones.
18:00h: La matrona volvió
a venir. Esta vez con una enfermera. Me preguntó cómo iba. Le recordé,
por si no lo había leído, que quería que mi madre cortase el cordón
umbilical. Me dijo que sin problema pero que se lo recordase en el momento por si se le olvidaba. Trajo todo lo necesario para la donación del cordón. Le dijo a la enfermera que modificase la oxitocina. En ese momento en el monitor, los latidos de bebé pingüino bajaron mucho. La matrona le dijo que volviese a subirlo y todo volvió a la normalidad. Fue un pequeño susto. Preparon una mesa con distintos materiales y me dijo que ella no era amiga de hacer episiotomías si no era estrictamente necesario. Genial! Igualmente me pinchó en la zona y sentí el pinchazo, por lo que pasó a dormírmela con anestesia local. Me invitó a pujar. Tras varios pujos le dijo a mi madre que se asomase porque se veía la cabecita bajando. Mi madre lo miró. Casi estaba ahí! Seguí empujando y empujando y empujando. Y no había avance.
La matrona me dijo que iba a pedir ayuda y a mi cabeza sólo venía una palabra: cesárea. Aparecieron dos médicas. Cirujanas. Les dijo que el bebé estaba ahí pero que no acababa de bajar del todo y que ya llevábamos 20 minutos en la misma situación. Una de ellas introdujo las dos manos (sí, que elástico todo, oye!) y me hizo empujar varias veces. El problema era que bebé pingüino giraba el cuerpo para un lado y la cabeza para el otro, entonces no podía rotar adecuadamente. Las dos cirujanas seguían invitándomevitándome
a empujar, además gritaban mucho. Nada. Vino un enfermero. Volví a
empujar y esta vez él me presionó la barriga (por no decir que me la
espachurróó). Me resultó muy incómodo. . En ese momento una de las
cirujanas me dijo que cómo se notaba la edad que tenía, dándome a
entender que con unos años más no lo contaba igual.
Volvieron
a hablar. No había avance y había que sacarlo porque llevaba mucho
tiempo así. Me dijeron que iban a necesitar ayuda para sacarlo. Ahora
sí, mi mente lo tenía claro: cesárea. Pero no, cesárea no. ForcepsForceps. Me
explicaron lo que eran eraneraerany me los enseñaron. Me dijeron que símplementelo
iban a usar para sujetar la cabecitacabecita,be para que cuando el bebé girase lo
hiciera de la forma correcta. Lógicamente el uso de fórceps implicaba episiotomíaepisiotomía. Tengo que reconocer que me sorprendió que no echasen a mi madre del parto al ser
instrumentalizado, ya que normalmente suele ser así. La médica me introdujo los forceps y, en un par de pujos, bebé pingüino estaba
fuera!!!
08:32h: Bebé pingüino ya está conmigo! Me hicieron
destaparme el pecho y me lo pusieron encima. Aún recuerdo la increíble sensación
al tocar su piel; tan calentita y húmeda. Emoción en estado máximo. Miré a mi
madre y nos pusimos a llorar. No podía dejar de darle besitos, mi niño soñado! Pesó 3,890 kg y midió 54 cm. Como véis, bastante lejos del peso que me auguraron, aunque sí era un bebé grande, porque además era muy largo.
Ese momento en el que tuve a mi hijo en brazos es indescriptible. No puedo deciros todo lo que sentí. Por fin mi sueño tan anhelado se había hecho realidad. Estaba ahí! Era tan feliz!!! Lo miraba y no podía dejar de mirarlo. Y por mucho que había imaginado millones de veces cómo sería, la realidad era superior a la ficción. Era tan bonito!
Con la emoción del momento casi se nos pasa y mi madre no corta el cordón. Menos mal que se dio cuenta en el último momento! Y es que como el parto lo había acabado dirigiendo una de las cirgujanas, la matrona estaba haciendo otras cosas por la habitación y no se había dado cuenta tampoco.
Tras unos minutos en los que estuve hipnotizada mirándole empezaron los escalofríos. Tenía mucho frío. Me dijeron que era normal. Se llevaron a bebé pingüino a la encimera donde lo limpiaron un poco, lo pesaron y lo midieron y le pusieron las primeras vacunas. Yo lo veía sin perderle de vista, estaba delante mío. Además mi madre estaba también ahí. También vino un pediatra por si hubiera sido necesario por el tema de los forceps, sólo lo miró por encima y dijo que estaba perfecto, así que me dio la enhorabuena y, tal como vino, se fue. Mientras, a mí me estaban cosiendo. Le pregunté a la cirujana cuántos puntos me había puesto y no supo decirme. Me dijo que eran muchos porque la episiotomía era bastante importante. A mí también me pusieron varias cosas en la vía, entre ellas parecetamol porque me había dado fiebre y me limpiaron y cambiaron. La matrona se acercó para decirme que habían podido extraer la sangre del cordón y que era viable para la donación!
Luego se fue todo el mundo, dándome la enhorabuena, y me quedé sola con mi bebé. Iniciamos ahí la lactancia materna y parecía que se agarraba bastante bien. Incluso diré que parecía que tenía cara de felicidad. Mi padre entró a conocer al bebé. Fue muy emocionante. Luego vino la matrona un momento y me explicó cómo contraer el útero, cómo presionarme para que la sangre fuese saliendo y para que el útero recuperase su tamaño normal. Se despidió de mí y ya no la volví a ver más. Tengo que decir que su trato conmigo fue de 10!
Bebé pingüino y yo estuvimos juntos 3 horas. Lo normal hubieran sido 2, pero al tener fiebre tuvieron que controlarme. Al principio no bajaba pero luego ya se me pasó por completo. Vinieron a por nosotros al paritorio y nos bajaron a la habitación. Salimos por la misma puerta por la que entramos. Allí había mucha gente esperando a otras mamás que estaban de parto. Fue muy emocionante salir con mi bebé en brazos. Era una sensación tan increíble!
Me bajaron a mi habitación, la número 12. Allí eran todas invididuales. Y no me dieron de comer. Éste fue el mayor error de todos. Desde las 6 de la mañana que había desayunado, no había comido nada. Y eran las 12 de la noche! La cocina del hospital estaba cerrada, y el hospital también. La zona de puérperas cerrada también y no había acceso ni a máquinas de chocolatinas. Un vasito de leche me trajeron. Y sin cacao!
Pero no me importaba. Tenía a mi bebé ya conmigo y sólo quería estar con él, mirarlo y disfrutarlo cada segundo. Esa primera noche "dormimos" juntos. Lo pongo entre comillas porque él durmió toda la noche pero yo, obviamente, no. Todo el cansancio que tenía había desaparecido y sólo podía mirarle. No era capaz de dejar de hacerlo. Lo abrazaba, lo besaba y lo volvía a mirar. Así toda la noche. En bucle.
Tengo que decir que disfruté mucho del parto. Sí, la epidural me ayudó a ello. Y
decidí desde el primer instante prescindir del móvil. Tan sólo un primo supo
que estaba de parto. No escribí a nadie. No utilicé el teléfono. Quería
disfrutarlo, vivirlo y experimentarlo. Yo sola. Era mi momento. Nuestro
momento. Y tenía que ser especial. Mis padres se lo contaron a algunos
familiares una vez acabado todo. Yo hasta el día siguiente no se lo conté a mis
amigos. No tenía esa necesidad. Sí es cierto que quería gritar al mundo que ya era mamá pero ese no era el momento. No quería cientos y cientos de mensajes preguntando paso a paso cómo iba pasando el día. Quería paz, tranquilidad y, como digo, disfrutarlo plenamente. Y lo conseguí. Mi parto no fue el deseado, por los forceps, pero fue perfecto. Siempre digo que fue el día más maravilloso de mi vida y que firmaría por revivirlo una y otra vez, aunque pueda parecer una locura. Es increíble la de sentimientos que se despertaron en mí ese día. Fue mágico.
Esa noche fue el comienzo de algo grande, muy grande. Un amor infinito que crece por momentos. La maternidad, para mí, es algo a
lo que sólo puedo sacarle ventajas y ver su lado positivo. Ser madre me
ha cambiado mucho, pero para bien. Las prioridades son otras y, además, algo curioso que me pasa es que cuando pienso en el pasado, soy incapaz de
pensar más allá del parto, el embarazo o los tratamientos de reproducción. Es como si mi vida hubiera empezado en el momento en el que decidí ser madre y sólo tuviera sentido a partir de ahí. Y en cierta manera supongo que así es, mi hijo le ha dado sentido a todo y me ha hecho sentirme llena por completo. Y yo no puedo ser más feliz.