La historia quedó así, tal cual os la conté. Mi diagnóstico: Diabetes gestacional. Sin duda. Y sin opción a rechistar.
Las semanas avanzaban y yo seguía pinchazo por aquí y pinchazo por allá. Con valores de risa, incluso el día que me comía algún dulce. Ya os conté que aunque me mandaron dieta no la hice porque realmente yo comía de todo y sano. Suelo comerlo siempre, pero en el embarazo más, mi cuerpo me lo pedía.
En la semana 28 tuve la tercera ecografía de embarazo. Bebé pingüino era muy grande, pesaba 1,450kg. La médica me dijo que no me preocupase, que lo único que podía pasar es que no llegase a la semana 40 porque el bebé se adelantase. También hablamos de la curva. Me dijo que mis resultados indicaban una intolerancia. Que lo normal era contrastar con otra curva. Se suele hacer cuando un valor está al límite, como era mi caso. Pero que si ya llevaba pinchándome tantas semanas que era mejor que siguiera así y evitara pasar otra vez por una prueba tan poco agradable como era la curva. Que pincharme una vez a la semana tampoco era tanto. Y que en el peor de los casos, si la curva salía peor yo ya me estaba controlando muy bien.
En la semana 33 tuve la cuarta ecografía de embarazo. Ya me lo habían dicho antes pero ahora se confirmaba. Bebé pingüino tenía pinta de ser gigante. Ya pesaba más de 2,5kg! Ante eso no había duda, había que repetir la curva larga. El médico me dijo que no era por mí, sino por el bebé. Al tener sólo un valor alterado, como he dicho varias veces, se consideraba intolerancia a la glucosa, pero podía ser un resultado confuso y había que asegurarse del todo si era diabetes gestacional o no, porque en ese caso podía ser que el tamaño del bebé fuese mayor de lo normal por eso y habría que controlarlo más de cara al parto, ya que podía haber alguna complicación e incluso podría ser necesaria una cesárea. No era nada grave, simplemente requería mayor control en ese caso. Esta vez me mandó una dieta de tres días, previa a la prueba. Cosa que no me mandaron la otra vez. Esta dieta, lógicamente, sí la hice. Además, me programó monitores para la semana 37, para controlar al bebé y ver su crecimiento. Lo normal en mi hospital es que los primeros monitores fueran a la semana 39 así que por mi genial!
Así que una semana después allí que me presenté yo a repetir la "querida" prueba. Aunque reconozco que esta vez se me hizo menos pesada. Había más chicas, más habladoras y estuvimos entretenidas hablando de nuestros bebés y de las primeras compras.
Una semana después tenía los resultados. Esta vez me los dio el enfermero de mi centro de salud, que era el que me controlaba el tema de la diabetes gestacional y el que hacía junto con mi médica de cabecera de matrón (en mi centro de salud no había matronas). Los resultados estaban claros, no había duda:
- Glucosa basal: 81 ml/dL (Valores normales: 70-105 ml/dL)
- Glucosa a la hora: 185 ml/dL (Valores normales: 0-190 ml/dL)
- Glucosa a las dos horas: 127 ml/dL (Valores normales: 0-165 ml/dL)
- Glucosa a las tres horas: 109 ml/dL (Valores normales: 0-145 ml/dL)
Por tanto, no había diabetes gestacional. Estaba feliz! Habían tenido que pasar 35 semanas para confirmarlo pero ya estaba. Sobre todo era importante por el bebé!
Sin embargo mi alegría duró poco. Tuve que ir a mi médica de cabecera por unos resultados de otra cosa y cuando vio los resultados de esta prueba me dijo que muy bien, que estaban genial pero que ese 185 era muy próximo a los 190 límites y que por tanto se podía considerar intolerancia o diabetes gestacional. Me quedé helada. Yo con esta mujer ya no sabía qué hacer ni qué decir. Me dijo que siguiera pinchándome para controlar, al menos una vez a la semana. Lo hice, no me costaba nada y ya llevaba así muchas semanas. Por cinco más tampoco me iba a pasar nada.
Llegó la semana 37, mis primeros monitores. Después de hacerlos, tuve cita con el médico. Lo primero que me dijo fue que no tenía diabetes gestacional y que podía olvidarme del tema, que estaba descartado. Bebé pingüino era un gigante sin remedio que ya pesaba 3,4kg! Era un bebé grande porque sí, por naturaleza. Podía ser por mí, por mis padres. Somos altos. Quizás el donante también lo fuese. No había que preocuparse más por el tema.
El parto llegó. Bebé pingüino fue un bebé grande. Muy grande, de peso y medida. Pero pesaba 600 gramos menos que lo que me habían augurado. Pensé que me controlarían durante ese día el tema de la diabetes. Ya sé que estaba descartado pero en mi cartilla de embarazo me lo habían marcado bien grande y con letras fosforitas, desde la semana 12. Y ese día, el día del parto, me estaban tratando y hablando como si tuviera diabetes gestacional a pesar de que también aparecían los resultados de la última prueba. Sin embargo no me hicieron ni un control. Ni comí ni bebí en 12 horas. Eso sí, durante los 3 días que estuve en el hospital, a bebé pingüino le hicieron 3-4 controles diarios en sus piececitos para descarta una posible diabetes en él. Estaba sano completamente.
Tras el alta, una de las primeras cosas que hice fue devolver el glucómetro y todo el pack al enfermero de mi centro de salud. que cada cita que tenía con él en el embarazo me lo recordaba, y también fui a mi médica de cabecera a llevar todo el papeleo. No hubo ni una sola palabra sobre mi diabetes gestacional. Durante el embarazo ella me insistía y repetía mucho que al nacer el bebé, unas semanas después, debería repetirme la prueba para descartar que tuviera diabetes todavía. Me lo decía tras el O'sullivan positivo, me lo decía tras la 1ª curva que predecía una intolerancia a la glucosa y me lo decía tras la 2ª curva que descartaba cualquier rastro de diabetes gestacional. Pero no me lo dijo tras el parto. Se le olvidó. Asumió que no tenía diabetes gestacional por mucho que ella dijese que sí... No sé. El caso es que no me lo dijo y yo tampoco saqué el tema.
9 meses después del parto creo que estuvo bien que me cuidase y controlase. Pero creo que fue excesivo. Tras un O'sullivan alto, lo normal era repetir y contrastar con una curva que tardo 10 semanas más, y porque el protocolo lo mandaba en el embarazo. Pero pudieron mandármela antes para contrastar y no quisieron. Comprendí que cada médico tenía su criterio. Cada uno te decía una cosa y al final acababas un poco loca y no sabías quién tenía razón.
Tengo que decir que tuve suerte. He conocido otros casos de diabetes gestacional y han sido horribles. De dietas estrictas, midiendo comida y hasta con insulina. Por suerte, lo mío se quedó en una experiencia más. Y hasta mereció la pena.
Todo mereció la pena por el resultado tan bonito que tengo a mi lado.
(Leer 1ª parte)